Comprender acerca de las enfermedades renales y sus métodos terapéuticos como la hemodiálisis se asocian en gran parte por su recurrencia en la actualidad.
Muchas personas afectadas de nefropatías hacen caso omiso a los signos de alerta y deciden no tratarse, mucho menos prevenirse a tiempo.
Dicho esto, saber lo que nuestros riñones hacen por nosotros, las causas de las patologías y la forma de controlarlas serán mencionadas a continuación.
La función de los riñones
Los riñones son de los órganos más imprescindibles durante toda la vida debido a la gran labor que efectúan para la filtración de compuestos.
Conocidos por filtrar la sangre, eliminar desechos, mantener el equilibrio de los electrolitos y líquidos del cuerpo, además de eliminar toxinas al realizar la micción (orinar).
Cada riñón contiene aproximadamente un millón de nefronas con glomérulos y túbulos en su interior para filtrar la sangre y agua; con el paso del tiempo van disminuyendo de número.
También son principales productores de hormonas, como la activadora de vitamina D para absorción del calcio de los alimentos.
Así como de la eritropoyetina, regulador de la función sanguínea y estimulador de la producción de glóbulos rojos en médula ósea.
Aunado a esto, producen prostaglandinas, estimulan a la renina y responden ante diversas hormonas como la aldosterona, cortisol, hormona paratiroidea y calcitonina.
Las enfermedades renales, tan comunes como peligrosas
Cuando la sangre no fluye correctamente a través de los riñones perjudica el total funcionamiento de los órganos, reflejado en una insuficiencia renal.
Ante estas situaciones los desechos pueden acumularse y entonces ocasionar una enfermedad renal de diversas magnitudes.
Las conocidas como nefropatías ocurren principalmente en sujetos con antecedentes familiares, obesidad, diabetes mellitus e hipertensión.
La diálisis (hemodiálisis y diálisis peritoneal) es utilizada ante enfermedades renales como método de elección la mayoría de ocasiones.
Pero antes de hablar sobre este tratamiento, definamos las distintas patologías que cursan con daño a los riñones y se controlan con diálisis.
Enfermedad renal aguda
Suele ser de origen repentino por el flujo sanguíneo escaso y daño a los riñones. Alguno de los factores de riesgo son:
Próstata agrandada.
Hemorragia excesiva, choque séptico y deshidratación.
Medicamentos que perjudiquen función renal (AINE, antibióticos).
Complicaciones durante el embarazo y por enfermedades autoinmunes.
Enfermedad renal crónica
La definición de crónica es establecida cuando la enfermedad no fue tratada durante su etapa aguda (3 meses aproximadamente).
El principal factor desencadenante es la tensión arterial elevada, capaz de alterar la filtración de los glomérulos, dañando los vasos sanguíneos.
Con el paso del tiempo la función de los riñones se pierde y se procede a colocar la hemodiálisis o diálisis peritoneal.
Infecciones del tracto urinario (ITU)
Enfermedades de origen bacteriano que afectan a gran parte de las estructuras del tracto urinario, si no se tratan a tiempo pueden diseminarse hacia los riñones.
Dependiendo de la zona en donde ocurra la infección se le conoce como cistitis (vejiga) uretritis (uretra) o pielonefritis (riñones), este último provoca daño renal.
Cálculos renales
La nefrolitiasis o producción de cálculos a nivel renal son similares a la litiasis biliar, ya sean piedras en los conductos biliares o vesícula biliar.
Con la diferencia de que los cálculos renales son formados de cristales capaces de bloquear el flujo de la orina.
Glomerulonefritis
Resulta de la inflamación de los glomérulos a consecuencia de una infección, medicamentos o anomalías congénitas.
Si no se trata a tiempo puede dañar de manera irreversible a los riñones y provocar insuficiencia renal.
Enfermedad renal poliquística
Trastorno de origen genético en el que se producen quistes dentro del riñón capaces de diseminarse a otros órganos como el hígado.
Los quistes renales crecen a distinto ritmo, tamaño y cantidad; son asintomáticos por años aunque se relacionan con insuficiencia renal, hipertensión, ITU y cálculos renales.
Cáncer de riñón
La variante más predominante es el carcinoma de células renales. Suele hallarse en fases tempranas cuando aún no se ha diseminado.
Asociado a la herencia, edad avanzada, tabaquismo, hipertensión y obesidad; puede prevenirse la mayoría de veces.
Los síntomas son similares a cualquier otra patología renal, por ende es recomendable visitar al médico.
Cómo identificar un posible caso de enfermedad renal
Síntomas llamativos
El aparato urinario es muy intuitivo al querer compensar sus propios fallos, por lo tanto identificar algún síntoma es inusual en etapas tempranas.
Mientras más avanza el daño renal los signos y síntomas se harán notorios, lo que lleva consigo mayor deterioro de la salud.
Hay que considerar la presencia de los siguientes síntomas:
Hipertensión.
Náuseas y vómitos.
Sabor metálico en la boca.
Fatiga, debilidad y dificultad de concentración.
Contracciones musculares.
Hinchazón de extremidades inferiores.
Dolor en el pecho y dificultad para respirar.
Micción recurrente que aumenta durante las noches.
Hiperpotasemia (aumento de potasio en el organismo).
Métodos diagnósticos
La historia clínica y exploración física enfocada al aparato genitourinario son imprescindibles para el hallazgo de una enfermedad de origen renal.
Otros estudios de complemento son el análisis de sangre y orina; ecografía renal para verificar tamaño y forma de ambos órganos; biopsia de riñón para observar cambios histológicos.
La tasa de filtración glomerular comprueba el estado y función de los riñones, de manera que ayuda a determinar el grado de daño renal.
Por último, la prueba de creatinina en sangre. Este es un desecho de los músculos liberado con normalidad hacia la circulación, si está aumentada se traduce como fallo en los riñones.
La diálisis: El soporte por medio de la hemodiálisis en enfermedades renales
En gran parte, las enfermedades renales en etapas tempranas son tratables, básicamente frenar el avance y daño a los riñones es primordial durante la terapia.
Medicamentos como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o bloqueadores de los receptores de angiotensina son útiles en etapas agudas.
Antibióticos y cultivos de estudio son usados ante posibles ITU; otros tratamientos como la litotricia, nefrectomía o nefrostomía son más específicas.
Si bien la meta es corregir la función renal, los casos crónicos no permiten efectuar tal restauración, lo que obliga al servicio médico indicar la diálisis.
¿Quién la requiere?
La diálisis fue diseñada para tratar los problemas ocasionados por las insuficiencias renales, supliendo el proceso de filtración de los riñones cuando estos ya no funcionan.
En este caso, hablaremos sobre la hemodiálisis y todo lo que se puede lograr a partir de su implementación en pacientes con enfermedad renal.
Sus funciones contribuyen a eliminar los desechos aglomerados en los riñones, así como filtrar agua y sangre con la finalidad de que fluyan adecuadamente.
Otros compuestos como las vitaminas y los electrolitos son regulados para mantener un equilibrio.
Al momento de cursar con una enfermedad renal crónica, el tratamiento de elección es la hemodiálisis y se pone en marcha tras valorar la decadente función de los riñones.
¿Cómo se coloca la hemodiálisis?
Para la hemodiálisis es necesario realizar una incisión quirúrgica que vaya directo a la circulación arterial y venosa de una porción del cuerpo, existen distintos métodos:
Fístula: Más seguro y estéril, se lleva a cabo en el brazo conectando una arteria con una vena, ofrece mayor resistencia ante las intervenciones con agujas.
Injerto: Seguro pero con mayor riesgo a infecciones, nuevamente en el brazo aunque esta vez la circulación arteriovenosa se da por medio de un tubo de plástico.
Catéter: A pesar de su eficacia, se eleva el riesgo de infecciones y coágulos; es utilizado en casos de emergencia de dos diferentes formas:
Catéter venoso temporal para diálisis de gran necesidad, va directo a una vena del cuello (vena cava superior), de la pierna o del pecho.
Catéter tunelizado que debe ir por la vena del cuello, cuenta con mayor vida útil.
¿Cómo funciona?
Se colocan dos agujas en el brazo donde se realizó cualquiera de los dos primeros accesos mencionados y movilizan la sangre para el proceso de diálisis a través de una de las agujas.
El aparato encargado de todo este proceso, dializador, cuenta con una bomba que extrae la sangre para enviarla al dializador y retirar los residuos.
Es comprensible notar que dicha máquina suple correctamente a los riñones, separando la sal y otros líquidos del componente sanguíneo.
Y una vez termina la hemodiálisis, la sangre limpia viaja de regreso al cuerpo por medio de la aguja restante.
Prepararse para una hemodiálisis
Los tratamientos varían dependiendo del lugar donde se realice la hemodiálisis y de la tasa de filtración glomerular del afectado.
Factores como la calidad de los riñones, cantidad de líquido acumulado, creatinina en sangre, condición física, edad y género son tomados en cuenta para establecer el tratamiento.
Suelen tener una duración de 3 a 4 horas pero la diferencia radica en que se hace 3 veces por semana en hospitales y hasta 6 veces en la opción domiciliaria.
Los planes de alimentación son más estrictos porque se procura no perjudicar aún más la salud consumiendo carbohidratos y calorías en exceso.
Otros puntos no influyen tanto con la preparación de una hemodiálisis son el trabajo, los viajes y el ejercicio físico.
Todos necesitan programarse, monitorearse y sobre todo tener la capacidad para realizar la diálisis a sí mismo, o en su caso ir acompañado de alguien capacitado.
Trastornos relacionados con la hemodiálisis
Si bien la hemodiálisis beneficia al afectado prolongando su vida, también existen riesgos que ocurren al cursar con fallo renal y encontrarse bajo tratamiento.
Varios de estos trastornos son:
Anemia.
Tensión arterial baja.
Trastorno del sueño.
Fiebre elevada (+38 °C).
Infección, oclusión o aneurisma en sitio de acceso.
Sobrecarga de agua, electrolitos o desechos.
Pericarditis (inflamación del saco que cubre al corazón).
Amiloidosis (por acumulación de las proteínas de la sangre).
En el caso de encontrarse bajo tratamiento domiciliario y notar alguna de las complicaciones, llamar al médico es la mejor opción para saber cómo manejar la situación.
Resultados esperados tras la hemodiálisis
Una vez diagnosticada la patología, la enfermedad renal solamente va a estar bajo control pero no desaparecerá por el resto de la vida.
Siempre y cuando se sigan al pie de la letra las indicaciones del médico, la mejoría será notable hasta el punto de reducir la presencia de síntomas.
Asimismo, la calidad de vida mejora a largo plazo, la cual varía dependiendo del grado de afectación en los riñones.
Cada mes se evalúa la función renal por medio de análisis de sangre relacionados con la urea, de química sanguínea y hemograma, además de la efectividad de la hemodiálisis.